Sólo podemos transcribir las palabras que nos dirigió un adorador laico. Pueden servirnos de ayuda y las podemos compartir dando difusión a este blog entre nuestros familiares, amigos, conocidos... Tal vez puedas compartir este blog en las redes sociales.
En la presencia de Ntro. Señor, bajo la mirada y protección de Ntra.
Santísima Madre, encomendándonos a S. José e implorando la asistencia del
Espíritu Santo, saludo con amor filial y agradecimiento a D. Rafael
Palmero por el regalo de esta Capilla de Adoración, a D. José Navarro, como
párroco de esta iglesia que nos acoge y como sacerdote consiliario de la
Capilla, con un recuerdo especial a D. Manuel Soto, responsable de su puesta en
marcha y a D. Fernando Trives primer consiliario de la Capilla. Un saludo
fraternal y agradecido a todos los que estáis participando en esta celebración,
a todos los que habéis rezado, presentes y ausentes, para que esta celebración
de abundantes y buenos frutos.
Quiero tener un recuerdo especial para todos los adoradores que ya
partieron a la casa del Padre (ya son unos cuantos en estos 7, ya casi 8 años)
y también para aquellos que por motivos de salud o traslado de población no
pueden estar con nosotros.
En primer lugar agradecer la confianza puesta en mí para dirigiros unas
palabras. Que el Espíritu Santo me ilumine para que sea capaz de hacerlo con
claridad, eficacia y brevedad.
Tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios, hoy el primero es dar
gracias a Dios por vuestra fidelidad, por vuestra generosidad, por vuestro
esfuerzo, por vuestra entrega y ¿por qué no?, seguro que lo hemos experimentado
más de una vez, gracias por vuestro sacrificio. Y ahí está la grandeza de todos
los que sois adoradores: vuestra respuesta a acompañar a Jesús Eucaristía está
por encima de vuestras comodidades y dificultades, vuestra fidelidad y amor
hace que las puertas de la Capilla hayan permanecido abiertas desde su
inauguración.
Todos los que estamos somos adoradores ¡y somos unos privilegiados! Somos
los que estamos porque Dios, y sólo Él -no nosotros, nuestras fuerzas, nuestra
generosidad...-, sólo Él permite que estemos los que somos y,
parafraseando a San Juan XXIII sobre el rezo del Santo Rosario, podríamos decir
que la peor adoración Eucarística es aquella a la que no asistimos.
Debemos ser apóstoles de la Adoración Eucarística Perpetua, darla a conocer
a todos los que nos rodean con nuestras palabras y obras, debemos acercar a
muchos a que se beneficien de este paraíso en la tierra. Que se note que somos
adoradores… no vayamos por el mundo, como decía el Papa Francisco, con cara de
pepinillos avinagrados.
Quizá puedan ayudarnos y animarnos estos ejemplos que os comparto para
vivir con gozo, alegría, confianza… nuestra adoración.
Preparando este encuentro me encontré con unas palabras que nunca había
oído de San Josemaría en la que comparó alguna vez el sagrario con los
reactores nucleares. Decía que ambos (el sagrario y el reactor nuclear) están
encerrados y escondidos, pero irradian una energía poderosa que llega hasta
límites bastante lejanos. Las comparaciones son eso, comparaciones, y tienen
sus límites; Jesucristo irradia desde el sagrario una energía espiritual que
llega mucho más lejos que el más potente de los reactores nucleares del mundo
pueda hacerlo, pues alcanza los confines del orbe y los límites del tiempo.
Pero quiere contar con nosotros, con nuestra fe en la eficacia transformadora
de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, para que lo portemos por todo
el mundo, como María lo llevó a la casa de Isabel.
Seamos capaces de, con aquella palabra que se inventó San Manuel González,
el Obispo de los Sagrarios abandonados, EUCARISTIZAR el mundo, cuando en 1902
fue enviado a dar una misión en Palomares del Río, pueblo donde Dios le marcó
con la gracia que determinaría su vida sacerdotal. Él mismo nos describe esta
experiencia. Después de escuchar las desalentadoras perspectivas que para la
misión le presentó el sacristán, nos dice: “Fuime derecho al sagrario… y ¡qué sagrario,
Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir
corriendo para mi casa! Pero, no huí. Allí de rodillas… mi fe veía a un Jesús
tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba… que me decía mucho y me
pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio… La
mirada de Jesucristo en esos sagrarios es una mirada que se clava en el alma y
no se olvida nunca”. Vino a ser para mí como punto de partida para ver,
entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal.
Estemos, hablemos, escuchemos... y cuando no sepamos decir, oír,
escuchar.... apliquemos la vivencia del Santo Cura de Ars cuando observó que
había un campesino de Ars que llevaba largo rato delante del Sagrario. Pasó más
de una hora, y el reverendo Vianney se le acercó para preguntarle: ¿Qué
haces aquí tanto tiempo? Y el buen hombre le contestó: Yo le
miro, Él me mira. Nada más.
En una de las primeras reuniones de esta capilla, D. Fernando Trives
nos decía, a propósito de estos momentos de sequedad que no nos preocupasen
estos momentos, que aprovecháramos esos momentos para dejarnos tostar por la
presencia de Jesús Eucaristía.
Ser adorador, me lo demostráis los que estáis aquí con vuestra fidelidad,
es transmitir nuestra unión con Jesús. No venimos a nuestra hora a fichar y ya
está. No venimos a sentir a experimentar… venimos para acompañar, para estar
con Aquél que sabemos que nos ama, y nos unimos a Él, y por eso nos duelen las
ofensas que se le hacen, los ultrajes, las profanaciones... y venimos a LLORAR
CON ÉL, a acompañarle en el calvario que a cada momento le sometemos por
nuestra actitud y la de los hombres… Pero también venimos a participarle
nuestras alegrías reír con Él, disfrutar, gozar de estar con Él...
Venimos a adorarle, darle gracias y también como cualquier hijo con su padre a
pedirle, a pedirle bienes materiales y espirituales para nosotros y para el
mundo entero. Seamos agradecidos con Jesucristo.
Muchos ya lo hacéis pero os invito a todos, para seguir creciendo y
mejorando en nuestra adoración a Jesús Eucaristía, que acudamos a nuestros
sacerdotes para pedirles dirección espiritual, ayuda, formación, catequesis…
Creceremos más, seremos más felices, encontraremos más sentido a nuestras vidas
y daremos más frutos cuanto más acudamos a los sacramentos, especialmente a la
confesión y la Eucaristía.
Dios quiera que, desde nuestro compromiso con nuestra hora de Adoración,
seamos capaces de preocuparnos y ayudarnos más los unos a los otros, que
seamos servidores los unos de los otros, que recemos los unos por los otros,
que sintamos que somos una familia, cada uno con sus circunstancias, sus
carismas, pero miembros de la misma Iglesia e hijos mismo Dios.
Solo un par de cosas para terminar: Os invito a que seamos muy sensibles y
no nos olvidemos nunca en nuestras horas de adoración de pedir por El Papa, los
obispos y sacerdotes; que seamos, con nuestra oración, bálsamo y sostén de su
ministerio. Para que sean muchos los que escuchen la llamada de Dios y aumente
el número de seminaristas. Solo un aumento de sacerdotes y seminaristas (en
número y santidad) podrán permitirnos seguir expandiendo la Adoración
Eucarística Perpetua a todos los rincones de la tierra, porque sin
sacerdotes no puede haber Eucaristía. ¿Verdad que este es un motivo más para
animarnos en nuestros ratos con JESUS?
Me escribía un sacerdote que nos envía una pequeña reflexión cada día (el
que quiera puede pedir que lo incluyamos en la lista)
“Perder a Dios es lo único que debes temer en esta vida. Quedarte sin Él es
como fundir los plomos y llenarte de oscuridad. ¡Señor, no permitas
que nunca me separe de Ti!” Yo añadiría “¡No permitas que nunca, por falta de
sacerdotes, nos quedemos sin Ti!.”
Espero que estas palabras nos hayan podido servir y animar, para vivir,
desde una nueva perspectiva nuestros ratos con Jesús.
Os felicito y os doy las gracias como responsable de la madrugada y en representación
de todos los responsables de la coordinación de la capilla, por vuestra
fidelidad. Os animo a seguir perseverando con alegría y con espíritu de
servicio. Gracias a todos porque hacéis posible que se puedan cubrir todos los
turnos y Jesús nunca quede solo. Gracias, especialmente a aquellos que
dobláis y multiplicáis vuestras horas de adoración. Gracias porque sois muy
generosos en vuestra respuesta cuando, por alguna circunstancia, precisamos
cubrir las horas en las que no hay adorador. Gracias a todos los que habéis
retomado vuestra hora que por motivos varios tuvisteis que dejar de
hacer. Os animo a que difundáis entre familiares, amigos y conocidos la
Adoración Eucarística en vuestras parroquias y, en particular, a que
transmitáis, seáis promotores y sintáis la necesidad y el valor de la Adoración
Eucarística Perpetua para el bien y santificación de la Iglesia.
No olvidemos nunca de acudir a Santa María, que fue el primer sagrario
en la tierra, para que, con San José, nos ayuden y sostengan en nuestra vida,
nos acompañen y nos enseñen a amar más y mejor a Jesús, y seamos capaces de
acercarle a Él muchas almas.
Estoy seguro que seréis indulgentes con este adorador que os ha dirigido
estas palabras y os acordéis de rezar mucho, al menos con frecuencia, por él.
Que Dios os bendiga y os premie.
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento
del altar!